sábado, 29 de junio de 2013

Día VII




Modelo: Sleepy
Entrada en Perrera: --

Modelo: Sleepy
Entrada en perrera: --
¡Hola de nuevo amiguetes perrunos! Hoy por fin, tras unos días de obligada ausencia, vuelvo a la carga con este nuevo post y más contenido extra que nunca. ¡Here we go!
Día VII.
Hora de entrada: -- // Hora de salida: --

Un alto en el camino.

Antes que nada debo aclarar que este post puede resultar un tanto anodino, ya que, desde hace unos días, no puedo ir a la protectora por cuestiones de salud. Luego, en un breve comunicado aclaré el porqué.

El caso es que, por ahora, no puedo ir a ver a mis peludos compañeros y no es por no falta de ganas. La verdad es que me muero por volver, empezar a trabajar con ellos y, de nuevo, seguir fortaleciendo ese vínculo de confianza que me temo se haya desvanecido por culpa de este alto en el camino. Mal que me pese no puedo hacer nada así que, ¿porque pensar en ello? 

Mejor os hablo de este pequeñín al que conocí el último día que fui a la protectora. Se llama Sleepy al igual que el enanito dormilón de Blancanieves. Nombre que le viene al pelo como algunos habréis deducido viendo las fotos.
Cuando conocí a Sleepy lo encontré durmiendo en un pedacito de la jaula al tiempo que su hermano mataba el tiempo mordisqueándole la oreja. Sleepy pasaba. Acababa de llegar al mundo y parecía completamente agotado por el esfuerzo hecho.
Durante el tiempo que estuve con él, en la jaula, hora y media más o menos, el tío no hizo más que dormir en mi regazo. Lo normal es que un cachorro no pare quieto como el hermano de Sleepy o los otros dos cachorros que estaban por allí. Me olfateában, mordisqueában mis dedos, aullaban, o jugaban entre ellos. Sleepy no. Sleepy dormía.
Dos voluntarias llegaron con comida. Pienso y carne fresca. Los otros se lanzaron a por ella. Devorando sus platos respectivamente. Sleepy no. Sleepy pasaba. Cuando lo deje para pillar la cámara y hacer un par de fotillos, si que es cierto que comió algo pero enseguida dejo esa fatiga que es comer para irse a hacer una cabezadita al regazo de una de la chicas. En fin, no hay mejor nombre para Sleepy que es Sleepy. 

Por lo demás, el último dia en la protectora fue muy distinto a cualquiera que había tenido hasta entonces.

En primer lugar se nos perdió un perro. No hubo manera de cogerlo porque el tío acaba de llegar a la protectora, solo llevaba un par de semanas, y tenía miedo de todo. Mordía. Aunque te marcaba más que cualquier cosa.

El panorama fue desastroso. A pleno sol de junio, cargado con toallas y correas, estuvimos pateando la montaña arriba siguiéndolo. Sin éxito. Después de dos horas y media, lo único que conseguimos fue sudar, cansarnos y ensuciarnos porque el muy cabrón iba campo a través casi todo el rato.  No pudimos y nos supo mal. Nos fuimos con la esperanza de que volviera.

En segundo lugar y, para acabarlo de rematar, cuando vuelvo a la protectora, mis ojos se encuentran con los de Anuk, lo habían devuelto ese mismo día; al parecer porque quienes lo habían adoptado tenían un gato. Y claro, antes que luchar e invertir tiempo en crear una relación entre los dos, era más preferible y, cómodo, no vayamos a negarlo, devolverlo. Lo mismo que cualquiera haría con una tostadora que no funciona. En fin...  ahora buscaban un cachorrito... Charly también lo era cuando lo adoptaron, una bolita no más grande que la mano de un hombre, adorable y juguetona según me han contado. Luego creció y lo devolvieron. Sin comentarios. ¿Que le pasa a la gente? ¿No se dan cuenta de que tener un perro es un compromiso? Que no pueden coger uno, tantear a ver si va bien y si no, devolverlo.

La protectora no es un self-service. Si de mi dependiera, no le daría ni un solo perro más, a cualquiera que devuelve un perro adoptado. De una persona así, no puedes esperar nada. Decepcionante sin más. La protectora no está para historias por eso, necesita que vayan saliendo porque sino no pueden mantenerlos. Lo dejo, no quiero hablar más.

Tras ver la pérdida del perro y volver a ver a Anuk, pase el resto del tiempo con una sensación de desánimo y tristeza.  Tampoco sabía cuando iba a poder volver y no dejaba de atormentarme pensando en que perdería cualquier atisbo de la relación con los perros conseguida hasta el momento. 
Desesperado, necesitaba un momento de aislamiento, de tranquilidad. Necesitaba reunir fuerzas. Me fui a la jaula de los cachorros y me encontré con Sleepy que, como ya adivináis, dormía profundamente.
Aquí lo dejo por hoy, saludetes a todos los fans de lo perros y me despido hasta el siguiente post,
Texto: Àlvar Vázquez - Autodenominado como Pastor de Perros.
Fotografías: Àlvar Vázquez.
PD: Un inciso: nunca más volveré hacer un post tan largo, pero como ya he dicho antes, este post tenía que ser un poco distinto al resto. Espero no haberos aburrido.

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